miércoles, 20 de abril de 2011

La cena a la francesa, era mucho más gourmet

"Una cena para tontos" ("Dinner for Schmucks" basada en la comedia francesa “Le Dine de Cons” de Francis Veber)
de Jay Roach
con  Steve Carell, Paul Rudd y las participaciones de Zach Galifianakis, Lucy Punch, Bruce GreenwoodRon Livingston

Tim (Paul Rudd) es un ejecutivo de una compañía de seguros que está escalando alto en su carrera profesional. Uno de los hitos para llegar a la cima es ganarse la complicidad de su jefe quien le propone participar de una cena muy especial que preparan en su "cofradía".
Mensualmente, su jefe invita a sus secuaces a una cena en donde cada uno de ellos debe traer un invitado y finalmente el ganador de la velada será quien haya conseguido al invitado más idiota, al "freak" más grande de todos.

Si bien esta faceta que Tim trata de ocultar le traerá problemas con su novia, pueden más sus ganas de lograr un ascenso y de ganar la cuenta de la compañía con un acaudalado millonario,  que no desperdiciará la oportunidad que le pone el destino, cuando se cruce en su camino Barry (Steve Carell) candidato ideal para ser invitado a dicha cena.
Tim no dudará ni un segundo en que ha encontrado al invitado perfecto para llevar al gran banquete de su jefe dado que Barry tiene una particularidad que cuadra perfectamente con el perfil del invitado ideal: él recrea obras de arte muy famosas ("La última cena", "La Gioconda") con pequeños ratoncitos disecados.

Si bien este cruce fortuito con Barry le traerá aparejados diversos disparates y problemas (como la confusión de la novia de Tim con una prostituta que lo viene persiguiendo via web hace un largo tiempo), tratará de sostener todo el delirio con tal de poder concurrir a la fiesta con su invitado estrella.

Y una vez más se vuelve a plantear lo que ya ha sido planteado en tantos artículos sobre la compulsión de Hollywood ante la falta de ideas, de "refritar" y hacer remakes de films que tuvieron éxito en pantallas extranjeras.
En este caso, la película en la que se basa es la comedia -ya un clásico- de Francis Veber del año 1998, "La cena de los tontos" cuya versión teatral también se ha visto en Buenos Aires protagonizada por Adrián Suar y Guillermo Francella.
Poco y nada de lo que proponía la película francesa queda en esta nueva versión americana más que la idea de la cena y de la invitación del "freak" en cuestión.

Ninguno de los cambios que se le han hecho al guión mejoran al original, sino que por el contrario, lo extienden a una duración impropia para una comedia, con situaciones agregadas y destinadas a "airear" un poco la teatralidad de la trama que sólo ofician de satélites a la trama original (el encuentro con la prostituta y el artista plástico con el que trabaja la novia de Tim son personajes que podrían no haber existido y la trama central del film no se veía dañada en lo más mínimo).
Son meros articuladores para darle un poco de velocidad y delirio a la trama para llegar a la escena final de la cena en donde, en este caso, se da cita a una extensa galería de "freaks" de la más diversa índole, que pueden llegar a causar gracia si las pretensiones que se imponen no son de un humor demasiado sutil ni elevado.


De todos modos, Steve Carrell tiene mucho oficio en el ritmo de comedia y logra un personaje completamente querible en su simplicidad y en su fragilidad, un "tonto" de buen corazón del que, obviamente, Tim tiene mucho para aprender. Un alma noble que se le cruza en el camino que finalmente terminará dando la lección moral "políticamente correcta" de la película.
Como siempre, a Paul Rudd se lo ve desenvuelto y fresco y lo acompaña un elenco de secundarios (entre los que se encuentra Zach Galifianakis de "Todo un parto" y "Qué paso ayer?" y Lucy Punch -recientemente vista en el último opus de Woody Allen "Conocerás al hombre de tus sueños") que acompañan el tono ameno del film.

Lejos, muy lejos de la fineza gourmet del original, esta cena es mucho más rústica, mucho más a la americana, con mucho condimento y muy pero muy poco sabor.

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