lunes, 7 de febrero de 2011

Siempre es dificil volver a casa...

"La vida de los peces"
de Matias Bize
con Santiago Cabrera, Blanca Lewin, Antonia Zegers y Matias Jara



Pasa pocas veces, pero pasa.
Cuando uno cree que ha visto todo, aparece una película que logra sorprender, tanto por su sencillez como por su calidez. Y el cine latinoamericano tiene esas sorpresas como ya nos ha pasado con la brillante mexicana "Cinco días sin Nora" (Link para leer la nota completa), la chilena  "La Nana" (Link para leer la nota completa), o la uruguaya "Gigante" (Link para leer la nota completa) todos excelentes exponentes de que se puede hacer un muy buen cine con muy pocos recursos de presupuesto pero con muchísimo talento
Es ahora el turno de la chilena "La vida de los peces" donde el director Matías Bize nos contar´´a una historia intimista, una anécdota pequeña, pero transmitiendo los sentimientos precisos a cada momento.

Andrés (Santiago Cabrera) vive en Alemania desde hace 10 años y trabaja como periodista para una revista de viajes. Evidentemente, viajar y no tener un punto fijo, ha sido lo suyo durante este último tiempo.
Un poco a la deriva de acuerdo a como vaya la corriente, ahora decide regresar a Chile para ultimar algunos trámites y es evidente que aunque no haya sido su objetivo -al menos concientemente- se reencontrará con algunos retazos de su pasado, con heridas que aún no se han cerrado y con un gran tema amoroso que ha quedado pendiente.

Como en una especie de via-crucis personal, todo sucederá casi en tiempo real y Andrés, durante una fiesta de cumpleaños, va atravesando diferentes "estaciones", entablando pequeños diálogos y recuperando lazos y recuerdos con cada uno de los personajes que tienen relación con estos elementos del pasado que ha dejado entre paréntesis.
Al partir hacia Alemania su vínculo con Beatriz (interpretada por Blanca Lewin), su gran amor, ha quedado suspendido, sin solución. Ella, por su parte, y transcurrido un tiempo prudencial, ha logrado rehacer su vida en Chile, pero es innegable que todavía existe una fuerte atracción por parte de ambos.


La puesta que elige el director -aunque algo teatral- es exquisita. Tiene un delicado tratamiento de la fotografía, la música incidental bastante infrecuente en el cine latinoamericano. Y lo interesante es la presentación de cada uno de los encuentros, tomando el tiempo necesario para ir respirando el aire interior de Andrés.

Finalmente, para cuando lleguemos al encuentro verdaderamente importante, el diálogo final donde Beatriz y Andrés deban decidir que pasará de ahora en más con su historia -aunque ya hubo un acercamiento previo que nos va introduciendo en algunos elementos de lo que pasó con sus vidas-, el director Matías Bize ya ha logrado impregnar la atmósfera de una sutil melancolía y de ese particular perfume de "Qué hubiese sido de nuestras vidas si....?".

El guión junto al director, acompañan a su personaje principal con mucha comprensión, dándole el tiempo que necesita para acomodar sus sentimientos y sus sensaciones. Logra, de todas formas, empaparlo de incertidumbre, de dudas, de todos esos pedazos esparcidos que le cuesta recomponer.

Quizás haya algo en Santiago Cabrera que no convenza completamente para algunas tribulaciones que presenta Andrés. Hay determinados momentos en que parece que no se ha conectado totalmente con el alma de su personaje, siendo sin embargo convicente en la mayoría de las escenas y sobre todo gana mucha fuerza en los tramos finales que son los más importantes.

Blanca Lewin tiene toda la delicadeza, la dulzura que necesita Beatriz transmitiendo esa melancolía del amor perdido en cada una de sus miradas. Su composición es la que ha logrado más matices, la más completa y la que más llega al espectador.

Con su planificada sencillez "La vida de los peces" demuestra una vez más que no hacen falta efectos especiales, grandes presupuestos o guiones complejos para contar una historia. Hace falta sensibilidad, buen gusto y la utilización inteligente de los recursos cinematográficos.

Altamente recomendable, un cine tan ajeno a nuestras pantallas, pero tan cercano a nuestra historia.
  

miércoles, 2 de febrero de 2011

Daños colaterales

"Rabbit Hole"
se consigue su versión en DVD como "El nido vacío"
de John Cameron Mitchell
con Nicole Kidman, Aaron Eckhart, Sandra Oh Dianne Weist


El director de "Rabbit Hole" es John Cameron Mitchell.  Para los que no lo conocen, tiene en su haber dos películas aboslutamente novedosas y creativas como fueron "Hedwig and the Angry Inch" (aquí pasada en el Malba y también se ha conocido su puesta teatral) y "Shortbus", llenas de referencias a la cultura homosexual y las minorías sexuales americanas, con algunas dosis de sexo explícito y siempre bordeando la delgada línea de jugar arriesgadamente, que es lo que a Cameron Mitchell, estéticamente hablando, más lo motiva.

Por eso sorprende, a primera vista, que la adaptación al cine de esta multipremiada novela de David Lindsay-Abaire estuviese entre sus manos porque dista en temática y en registro, a su anterior filmografía.

Pero la sutileza y la fuerza con la que Cameron Mitchell ha filmado la historia de este matrimonio tratando de sobreponerse a la muerte de su hijo de cuatro años, fallecido en un accidente automovilístico, justifica ampliamente esta elección.

La novela ganadora del Pulitzer nos muestra como ha cambiado radicamente la vida del matrimonio de Becca (Nicole Kidman) y Howie (Aaron Eckhart) desde el momento de la pérdida irreparable de su único hijo y cómo, cada uno por su lado, está tratando de volver a recomponerse.
Becca y Howie se enfrentarán al dolor de diferentes formas: la impotencia, la negación, la búsqueda de ayuda, la introspección, el silencio. Y cada uno de ellos necesitará de tiempos y de búsquedas diferentes, unidos en el dolor, pero separados en la manera de enfrentarlo.

Un tema delicadísimo para su tratamiento, sin caer en el golpe bajo ni en los lugares comunes, pero que con la mano firme de Cameron Mitchell en la dirección, además,  explota lo mejor de cada uno de sus intérpretes.

Kidman, nominada al Oscar por este papel, saca lo mejor de sí misma para dar vida a un mujer fría y distante a la hora de tratar de sobrellevar la pérdida y recomponer la pareja.
Es, a la vez, quien necesita buscar explicaciones y reconstruir internamente ese momento del accidente, por lo cual obsesivamente intenta contactarse con quien lo produjo (Miles Teller), logrando en ese encuentro, una de las escenas más dificiles y mejor logradas del film.
Su actuación es impresionante con algunas escenas donde es imposible permanecer ajeno a la conmoción que la atraviesa.


Eckhart, por su parte, es quien necesita buscar ayuda en el afuera, en un grupo de autoayuda, ya que no encuentra cómo acomodar internamente este dolor y sufre además la indiferencia y la distancia de su esposa.

Los roles secundarios a cargo de Sandra Oh (como una de las asistentes al grupo de autoayuda que está atravesando un problema similar y donde el guión aprovecha a mostrar otra manera de abordar la périda y cómo se modifica el dolor a través del tiempo) y Dianne Weist (sublime en sus intervenciones como la madre de Nicole Kidman) completan un elenco de singular calidad para un drama filmado de una forma exquisita, respetando el aire que van respirando los protagonistas.

Inevitablemente el tema es tan potente que es imposible ver el dolor que quiebra a los personajes sin sentirse -en algún momento- profundamente involucrado.

Se agradece a Cameron Mitchell que lo haya intentado radiografiar con tanta sutileza, con algunas marcas y detalles que van dando registro de la ausencia, enorme ausencia, como es la périda de un hijo. Cosa que obviamente, no nos entra en la cabeza de quienes tenemos hijos. Un dolor inconmensurable.