viernes, 30 de noviembre de 2012

La otra cara de una adicción

"SHAME - Sin reservas"
de Steve McQueen
con  Michael Fassbender, Carey Mulligan, James Badge DaleNicole Beharie

"Shame - sin reservas" viene precedida de una polvareda importante.
Pero es realmente lamentable que todo el murmullo previo sea por esa mirada tan "pacata" que tuvo principalmente en el público americano que hace que un desnudo masculino haya generado tanto exabrupto. Parece mentira que en los tiempos que corren, un desnudo frontal y un par de escenas "jugadas" hayan hecho que, incluso, una cadena de cines en nuestro país, haya preferido no exhibirla. Suena retrógrado, no?
 
Lamentablemente, si bien la propuesta es realmente arriesgada, clavar la mirada solamente en eso es porque no han visto mucho otro cine que SI es claramente mucho más explicito y haría que "Shame" termine pareciendo, incluso, un juego de niños (en el último BAFICI, sin ir más lejos filmes como "Q", "Clip", "Pets" "L'Apollonide" o mismo "Hamel" -que se la comparó como una versión femenina de "Shame"-  le explicarían a cualquier buen espectador lo que realmente son escenas explícitas y  osadas).
La propuesta no es arriesgada por lo que muestra sino por la profundidad con que aborda sin demasiados rodeos, un tema poco visitado en el cine y que logra tratarlo sin ningún tipo de discurso moralista.
 
Y justamente mucho del corrillo del Oscar, dice que la gran actuacion de Michael Fassbender quedó fuera de las nominaciones por haber sido un cine que no pudo exhibirse ampliamente en todos los circuitos.
Fassbender es Brandon Sullivan, un ejecutivo neoyorkino elegante, seductor, con un buen trabajo y una situación económica holgada.  
Pero su fachada se resquebraja cuando ya desde la primera escena, el director Steve Mc. Queen  nos permite entrever su compulsión por seducir, por abordar un encuentro sexual, por satisfacer sus impulsos. Lisa y llanamente Brandon es un adicto al sexo.
 
Obviamente que en ningún momento se habla de goce, de placer, de encuentro, de entrega. Al contrario, Brandon sufre el infierno personal que conlleva cualquier adicto.
 
Hay una pulsión, una fuerza inmanejable, un rayo que lo atraviesa y que lo lleva a buscar desesperadamente cualquier forma de descarga.
Y aún cuando hay señales (como sucede sobre todo en su ámbito laboral) de que esto lo está perjudicando y se está tornando incontrolable, Brando nada puede hacer más que dejarse llevar por esa fuerza, sin poder oponer demasiada resistencia...

Lo mismo puede darle no conocer prácticamente quien es su partenaire, masturbarse en cualquier rincón de la ciudad y en cualquier momento - incluido en sus horarios de trabajo-, a consumir pornografía via internet -su PC está tan infectada que su jefe le llama la atención cuando viene la gente de Sistemas a revisar la red-, establecer relaciones completamente ocasionales, contratar prostitutas o sentirse seducido a incorporarse a los juegos eróticos del cuarto oscuro de un club gay.

La interesante mirada de Steve Mc. Queen en éste, su segundo largometraje (el primero es "Hunger" no conocido en nuestro pais), hace que la historia no pase justamente por los lugares comunes ni por el interés de mostrar escenas subidas de tono (como mucha de aquellas en la que la prensa previa intenta detenerse) ni de bajar ningún tipo de discurso.
Mc. Queen se juega por mostrar mediante diferentes viñetas, situaciones, momentos pequeños de ese infierno personal de Brandon: la imposibilidad de conectarse con sus pasiones, con sus afectos, con su deseo interior. Su imposibildad de sentir.

Y si bien, hay como un "descenso a los infiernos" que se muestra en tantas películas relacionadas con el tema de las adicciones, el mundo de Brandon se resquebraja todavía más cuando aparece en escena, visitando su departamento neoyorkino, su hermana  Sissy (Carey Mulligan, de "An education- Enseñanza de vida", recientemente vista en  "Drive" y "Nunca me abandones").


Ya ingresados en la profundidad de la historia, Mc Queen retrata a esos dos hermanos que se atraen y se repelen casi con la misma intensidad. Dos almas que evidentemente necesitan refugiarse uno en el otro, pero no saben cómo.
Recortados de su historia familiar, poco sabemos de lo que haya pasado, pero nos queda claro que han atravesado momentos que los han lastimado, y mucho, y que hoy, adultos, todavía no pueden encontrar su lugar. Y que aún siendo ellos mismos, los que tienen la posibilidad de repararse el uno al otro y reconstruirse, no encuentran la forma posible de entenderse y de acompañarse.

Es increible que el mismo Fassbender que vimos algunas semanas atrás en "Un método peligroso" o el Magneto de "X-men" se meta en la piel de Brandon y logre componer con tanta fidelidad la fachada de seguridad y seducción que tiene su personaje en la faceta exterior -su mirada pública-, como internarse en las zonas más oscuras a las que el director accede con sólo mostrar algunos de sus actos privados. Sin poner una mirada censora o de prejuicio respecto de lo que el protagonista hace, sencillamente los retrata, y en eso radica su fuerza y su espontaneidad.

Es éste indudablemente el elemento fundamental de "Shame" : el hecho de que Mc Queen deje correr a sus criaturas sin sentenciarlas, sin someterlas a ningún juicio de valor, permitiéndoles ser, con todas sus contradicciones y con todas sus imposibilidades.


Fassbender y Mulligan se bridan completamente a ponerse la piel de sus personajes en dos composiciones avasallantes (además Mulligan tiene una escena donde hace un cover de "New York, New York" completamente antológico), llenas de matices y con una entrega absoluta.

Para ese momento, va a ser difícil no haber caido en la hipnótica cámara con la que Mc. Queen nos presenta la historia, habernos dejado llevar por un derrotero personal tan íntimo, y sufrir junto con los personajes. Y ahi es donde "Shame" crece y se agiganta, mucho más que en un simple desnudo o un encuentro sexual.