domingo, 24 de febrero de 2013

Un reino digno de Wes Anderson

"Un reino bajo la luna" ("Moonrise Kingdom")
de Wes Anderson
con Jared Gilman, Kara Hayward, Edward Norton, Bruce Willis, Bill Murray, Frances McDormand, Tilda Swinton y  Jason Schvartzman


Hace unos cuantos años, allá por el primer BAFICI, se incluía dentro de la programación un gran pequeño film de Wes Anderson, era "Rushmore - Tres son multitud" y desde ese momento, creo que no hay otra alternativa posible, que seguir paso a paso su carrera -que aún con altibajos-, de una calidad singular.

A "Rushmore" le siguió el impresionante éxito de "Los excéntricos Tenenbaums" donde aparece manejando un reparto de primeras figuras. Obviamente entre los protagónicos está su actor fetiche Bill Murray y dentro de la disfuncional familia aparecían Anjelica Huston, Gene Hackman, Danny Glover, Gwyneth Paltrow, Owen Wilson, Ben Stiller... un reparto excepcional para una pintura de una familia con niños prodigios, enfemedades terminales, abandonos, encrucijadas emocionales y mucha pero mucha patología tratada con la más fina ironía y un humor extremadamente particular que se hizo como una marca personal del cine de Wes Anderson.

En el mismo sentido, aunque quízás no con la contundencia de los resultados, sus dos trabajos posteriores también ayudaron a construir un estilo típicamente "Andersoniano" tanto en el tratamiento visual de sus historias como en la estructura y construcción de su guión y las historias de sus personajes. Asi fue en "Vida acuática" y "Viaje a Darjeeling" y posteriormente incursionó en el terreno de la animación, aceptando nuevos desafíos y pintando una hermosa fábula como "El Fantástico Mr. Fox", lamentablemente,  no estrenada en nuestro pais con las voces de Meryl Streep y George Clooney.

Ahora es entonces la oportunidad de reencontrarnos con el mejor Wes Anderson en "Un reino bajo la luna", una historia ambientada en mitad de los sesenta y  nuevamente con una familia disfuncional en el centro de la historia.
Ya desde la escena inicial, donde presenta a cada uno de integrantes, con una impronta de casa de muñecas para cada una de las habitaciones,  es casi imposible no caer rendido a los poderes de Anderson como narrador y como cineasta.

Allí está la hija mayor de un matrimonio de abogados, Suzy (Kara Hayward) quien recientemente ha tenido un amor a primera vista con Sam (Jared Gilman), un niño tan inteligente como excluido socialmente. Una especie de flechazo inmediato e intelectual entre dos "freaks".
Podríamos llamarlos así a los dos adolescentes inmersos en el universo de Anderson?. Siendo "freaks" a lo Anderson, son absolutamente queribles y entrañables, completamente incomprendidos dentro de un universo donde no logran encajar y encontrar su lugar.
Con el frenético estilo de Anderson y mediante una historia epistolar fragmentada, iremos siguiendo las desventuras de estos adolescentes enamorados, hasta llegar a su programada fuga y su encuentro furtivo.

Ella escapará de su casa y él, renunciará a su campamento scout para encontrarse en un inhóspito lugar de la isla donde viven, para correr juntos los riesgos de una nueva aventura y de vivir el amor que sienten con sus doce años.

Dentro de la trama, desfilará una galeria de personajes secundarios, impecablemente elaborados por un elenco que no tiene absolutamente ninguna fisura y se muestra absolutamente homogéneo y todos en la misma sintonía.
Tanto el líder del campamento scout  que deberá encontrar a su scout prófugo en el medio de una manada inmanejable de criaturas (Edward Norton), el jefe de policía más incompetente que pueda imaginarse (Bruce Willis) quien a su vez no es ajeno a la historia de la familia de Suzy, una trabajadora de los servicios sociales que sale a la búsqueda de Sam (absolutamente desopilante el rol de Tilda Swanton) y los padres de Suzy (Frances Mc Dormand y Bill Murray) forman parte de un universo de adultos que el guión del mismo Wes Anderson sabe dibujar, bordeando los límites de lo patético, lo risueño, el delirio y la inmadurez. 
Es notable como todo ese universo adulto, como un revés de la trama, gira en torno a los dos adolescentes en fuga. Ellos parecieran tener mucho más claro lo que quieren y lo que sienten, incluso claramente pueden decirlo y actuar en consecuencia y allí es donde gana el humor sutil y la parodia autoreferencial en un "reino del revés" en donde los adultos se muestran aniñados y los niños como verdaderos adultos.

Nuevamente con un gran elenco a la cabeza, como en todas sus producciones, Anderson guía firmemente a sus personajes en un guión que tal como los prófugos adolescentes, sabe perfectamente lo que quiere y dónde quiere llegar y cómo quiere mostrarlo.
Sorprende nuevamente en un estética particular, retro, "sesentosa", dulcemente naïf, una banda de sonido especial y un guión colmado de delirio no sólo en sus diálogos sino también en las situaciones absolutamente alocadas que propone. Desde cada uno de los lugares posibles, acertar en poder demoler cada uno de los estereotipos que construye, pero sin hacerlo de una forma impiadosa, sino poniendo una mirada de ternura para cada una de sus criaturas.


Más allá de las magníficas actuaciones de las estrellas que Wes Anderson convoca esta vez (sumando además de los ya nombrados a Jason Schwartzman y Harvey Keitel en pequeñas pero jugosas apariciones) y contando con  Bob Balaban como el narrador que va sumando elementos al relato, los verdaderos protagonistas de la historia son Kara Hayward y Jared Gilman, absolutamente perfectos como Suzy y Sam, transmitiendo la inocencia, la convicción y el enamoramiento típico de la plena adolescencia.
Las escenas de Suzy leyendo (con unos diseños de arte en las cubiertas de los libros realmente bellísimas, cuyos artistas aparecen en los créditos finales) y la de los primeros encuentros íntimos están narradas con una sensibilidad y una candidez particularmente conmovedora.

Técnicamente impecables, creativa hasta en las escenas de los créditos iniciales y finales, es una historia absolutamente disfrutable de principio a fin, llena de magia, con un sentido del humor finísimo y exquisito y con una mirada tierna y mordaz a todo el micromundo que Anderson construye.

Y es una pena que una película tan original, tan bien contada y con actuaciones realmente brillantes haya quedado tan injustamente relegada en el circuito de premios de este año, fue nominada a unos cuantos Independent Spirit Awards (de los que lamentablemente se fue con las manos vacías), a un Golden Globe y a un Oscar dentro de la categoría de Mejor Guión Original.
Más allá de los premios, Anderson vuelve a demostrar que tiene todo un reino para desplegar ante nuestros ojos. Su reino bajo la luna.

martes, 19 de febrero de 2013

Por siempre, Marilyn

"Mi semana con Marilyn"
de Simon Curtis
con Michelle Williams, Eddie Redmayne, Kenneth Branagh, Emma Watson, Judy Dench, Julia Ormond y Derek Jacobi

Premios: Oscars: Nominada a mejor actriz (Michelle Williams) y mejor actor secundario (Branagh), Globos de Oro: Mejor actriz comedia o musical (Williams) total 3 nominaciones, Independent Spirit Awards: Mejor actriz (Michelle Williams), Premios BAFTA: 6 nominaciones, incluyendo Mejor película británica, Critics Choice Awards: 4 nominaciones, incluyendo mejor actriz (Michelle Williams) y Screen Actors Guild: Nominados Mejor Actriz (Williams), Actor de Reparto (Branagh)



Corre el año 1956. Una jóven actriz con una carrera tan incipiente como rutilante, llega a Inglaterra nada más y nada menos que para hacer pareja con Sir Laurence Olivier en la filmación de una comediala recordada "El príncipe y la corista".
Y esa jóven es nada más y nada menos que Marilyn Monroe.

Tras estas dos figuras interesantes y reconocidas de la industria del cine, se esconde sin embargo el que quizás sea el principal atractivo del film, que es el punto de vista del narrador de la historia.
Lo que se convierte casi en el diario de filmación de esa película, el encuentro de esas dos grandes estrellas del cine de la época, rodeados de un entorno lleno de agentes de prensa, periodistas, asistentes y figuras del mundo del séptimo arte (tanto actores, como técnicos, coach de entrenamiento actoral, etc) no está visto ni desde desde los ojos de Marilyn ni desde los de Olivier.

Hay un testigo de ese encuentro, de esas duras jornadas de filmación.
Hay un testigo que vivencia y registra cada una de las situaciones y que se irá infiltrando silenciosamente y acompañado a Marilyn en sus momentos de fragilidad, en sus inseguridades, en el que ella buscará refugio... y es justamente Colin Clark -en cuyas dos  novelas "My week with Marilyn" "The prince, the showgirl and me" se ha basado este film- el principal narrador del film.

De esta forma, desde la mirada "omnipresente" de Clark, podemos encontrarnos con estos dos egos en acción.
Por un lado un Olivier casi obligado a trabajar con una actriz a la que no admira, a la que considera en cierto modo incompetente o falta de talento para trabajar a su lado, pero por la que al mismo tiempo siente una profunda atracción y que no puede dejar de reconocer su increíble magnetismo cada vez que aparece. En el fondo sabe, que ella tiene absolutamente todos los ingredientes para poder llegar muy lejos en el mundo del cine.

Y del otro lado, apabullada por la presencia de una figura como la de Olivier, con un dejo de total intransigencia, con un perfil sumamente exigente en su metodología en el set de filmación y sin ninguna empatía en su vínculo con ella, toda la seducción y el carisma natural de Marilyn se pone en jaque, se debilita, entra en conflicto.

Entre ellos aparece ese asistente que irá entrando en la vida de Marilyn en forma muy sigilosa, imperceptiblemente. Un Clark que se siente atraído por la imagen de esa exuberante sensualidad que destila Marilyn y a la vez inmensamente halagado por ser su confidente, su compañero de aventuras durante esas jornadas de filmación y con el que ella comparte ciertos momentos de intimidad.
Aún cuando su noviazgo con una asistente de vestuario del film comienza a resquebrajarse, el magnetismo y la atracción de Marilyn es más fuerte y Colin se dedicará a vivir esos días con toda la intensidad.

El director Simon Curtis -de una extensísima trayectoria en producciones para la televisión inglesa y sobre todo en adaptaciones de época- se destaca en el retrato minucioso de cada uno de sus personajes. Aprovecha al extremo el excelente equipo de actores con el que recrea la historia y cuenta además con un excelente equipo en todos los rubros técnicos, principialmente en cuanto al vestuario y a la fotografía.

No solamente la historia está contada en una forma interesante y mostrando los pliegues de cada uno de sus protagonistas sino que además de los dos actores principales hay un trabajo brillante del equipo secundario con las intervenciones de Judy Dench, Derek Jacobi Julia Ormond (como Vivien Leigh, otra grande la era dorada de Hollywood) y  Emma Watson (se acuerdan de la amiga de Harrry Potter?).
Pero cabe destacar un trabajo perfecto de Zöe Wanamaker en el papel de Paula Strasberg, la coach actoral en la que Marilyn se apoya para tratar de sacar adealante el rodaje de las escenas en donde la sóla presencia de Olivier la deja casi paralizada.

Kenneth Branagh (nominado al Oscar como mejor actor de reparto por esta actuación) dota de todo su señorío británico a un Laurence Olivier exigente, tenso, impaciente por cumplir los planes de filmación, crispado por la aparente "poco profesionalidad" de su co-equiper y a la vez seducido por la rotunda belleza en cada vez que aparece, haciendo que aún la misma Leigh deje su quietud y desate sus celos.

Pero ninguno de los logros de "Mi semana con Marilyn" serían tales si no contaran con Michelle Williams en el papel central.

Su Marilyn está llena de contradicciones, su fragilidad a flor de piel, sus problemas con Miller, su inseguridad a la hora de pararse en el set, sus ganas de salirse de la pose de rubia hueca de una vez por todas, su necesidad de sentirse querida por todos y a cada momento, su necesidad de encontrar abrigo en el joven Clark (otra ajustada actuación dentro del equipo de Eddie Redmayne).
Y Williams aprovecha cada uno de esos momentos en escena para volver a mostrar que es una de las actrices más completas dentro de su generación.
Quien la haya visto en "Blue Valentine", "Incendiary" o en las más independientes aún "Wendy and Lucy" o "Mamooth" sabrá de su posibilidad de ir mutando, cambiando de máscara para cada uno de los desafíos que acepta.

Y sin dudas su Marilyn es consagratoria -y de no ser por la aplanadora de Meryl Streep en "La dama de Hierro" hubiese sido una candidata más firme a llevarse el Oscar de este año-.
No sólo desborda belleza y encanto (como en el cuadro musical que se muestra en medio del set de filmación que deja atónito hasta al propio Olivier) sino que crece y se agiganta cuando logra darle profundidad en aquellos momentos en los que se sumerge en su faceta más vulnerable, donde se corre el maquillaje, se apagan las luces del set y aparece la persona, dejando al personaje, y reflotan todas sus oscuridades.

Y Curtis como director aprovecha a cada uno de estos intérpretes para contar una historia que atrapa desde el detrás de escena, de poder espiar un fragmento de la historia del mundo del cine, conociendo algo más de dos grandes como Marilyn y Olivier en su lucha de egos y talentos, en sus vidas privadas y en sus vulnerabilidades.