jueves, 30 de septiembre de 2010

Siqueiros y Botana bajo la lupa enciclopedista de Olivera

"El Mural"
de Héctor Olivera
con Luis Machín, Carla Peterson, Ana Celentano, Bruno Bichir y Sergio Boris

Tal como pasaba en "Ay, Juancito", Héctor Olivera mezcla una historia de amor con el peor compendio de un manual escolar para explicar la Historia que la atraviesa.
Carga las tintas sobre el subrayado de información de la época sin permitirse mostrar las pasiones y las pulsiones de cada uno de sus personajes, como si estuviese más preocupado por ubicarlos correctamente en tiempo y espacio y en brindarle absolutamente toda la información al espectador aún cuando tanta información esté subestimando a la platea (y como en el caso de "Ay, Juancito" la mayoría de los personajes no requerían presentación alguna).

En "El Mural", Olivera recrea la anécdota de la pintura del famoso mural que realizara Siqueiros en el sótano de la quinta que Natalio Botana tenía en Don Torcuato.
El célebre muralista mexicano, junto con otros tres artistas de la altura de Berni, Spilimbergo y Castagnino (que en la pélicula aparecen tan desdibujados que ni siquiera se les da una mínima intervención) crea una de sus obras más imponentes, la que ha sufrido con el tiempo diversas tragedias.
Este derrotero sufrido por este mural había dado lugar al brillante documental "Los próximos pasados" en el  que Lorena Muñoz nutría con algunas imágenes,  las diversas complicaciones por las que había tenido que pasar una obra de esa envergadura.

Olivera, por el contrario, no se detiene en la concepción y realización de la obra en si misma, sino que elige mostrarnos los vericuetos pasionales de los personajes: la mujer de Siqueiros (Blanca Luz, a cargo de Carla Peterson) se debate entre tres hombres como Natalio Botana, el mismo Siqueiros y nada menos que Pablo Neruda, con lo cual la anécdota que se cuenta es sumamente interesante.
El evidente enamoramiento de Botana (Luis Machín) por Blanca Luz -mientras su pareja con Siqueiros se desmorona irremediablemente- es evidenciado tanto por su esposa Salvadora Onrubia (Ana Celentano) como por sus hijos, conduciendo irremediablemente a la tragedia.


Cualquiera de estos personajes principales como secundarios hubiese dado lugar a una historia en si misma, porque es tan fuerte el entramado de pasiones que cualquiera de ellas es interesante en si misma.
Pero Olivera no se decide por ninguna en particular, prefiriendo con tono enciclopedista hablar de todas y anexarle una cantidad de datos históricos innecesarios y sobreabundantes. Todo se tiñe de un tono tan escolar que no deja fluir el verdadero conflicto de la historia -enmarcada por un especial momento político y social- mientras se gesta en ese sótano una de las obras más importantes del siglo.

Las actuaciones van a tono con el film en si mismo, es decir, completamente desparejas. Machín brilla una vez más, ahora en la piel de un personaje complejo como Natalio Botana y el mexicano Bruno Bichir saca provecho de la majestuosidad de un personaje como Siqueiros.
Carla Peterson parece más preocupada por encontrarle un tono a su Blanca Luz (por momentos parece argentina, por momentos mexicana, por momentos habla en castellano neutro) que por darle carnadura y fuerza definida a su criatura.
Y quedan completamente fuera de tono los personajes de Juan Palomino (con escenas que podrían haberse desechado en el corte final) y el de Salvadora Onrubia a cargo de Ana Celentano quien no hace más que confirmar el tono monocorde y tan similar a otros personajes que ha compuesto. En el lado contrario brillan en sus composiciones las pequeñas intervenciones de Rodrigo Noya, Mónica Galán y Sergio Boris como Neruda.

Sinceramente los personajes que participan en la historia merecían una película que estuviese más a su altura. "El Mural" como gran parte de la producción de Olivera, de todos modos, elige refrescar algunos puntos de la historia, apoyándose en un excelente trabajo de composición de época, vestuario y producción que hacen que algunos altibajos del guión puedan verse compensados en una película que si bien no logra profundizar, nos deja al menos la inquietud para seguir buscando en libros, sitios de internet o en otras películas para seguir conociendo a estos enormes personajes de la historia.

martes, 28 de septiembre de 2010

El ultimo Chabrol

"Bellamy"
de Claude Chabrol
con Gérard Depardieu, Jacques Gamblin y Marie Bunuel

La muerte del cineasta Claude Chabrol  invita a revisitar su filmografía siendo que ésta, su última película, fue estrenada en Buenos Aires el año pasado y está disponible en DVD.

Todos los actores que han trabajado con este reconocido cineasta francés coinciden de su fama de bon vivant, de amar a su trabajo, de amar la vida, de saber disfrutar de los placeres de una buena cena entre amigos, una buena comida (incluso ha escrito un libro de recetas de cocina vinculado a sus películas). Pero lamentablemente sus últimas películas y sobre todo "Bellamy" no exhudan ese sentido del humor y la ironía que Chabrol tenía en su vida cotidiana.
Pareciera que ante su traje de realizador, Chabrol ha elegido más un estilo sumamente convencional y se presenta con una manera de contar la historia que atrasa el reloj por lo menos, 25 años (claro ejemplo: personaje hablando a la cámara tres cuartos perfil mientras el otro está parado detrás de él: ¿qué manera de dialogar es esa?). Así en su manera de presentar los personajes, la historia y su manera de filmarla: todo respira anacronismo.

Si bien la crítica ha recibido en su gran mayoría con grandes halagos al trabajo de Chabrol (y este último opus no ha sido precisamente la excepción)  la lentitud y la pesadez del planteo, lo reiterativo de algunos diálogos que no hacen más que subrayar lo ya dicho y la unidimensionalidad de los personajes que parecen de cartulina, hacen pensar en la enorme complacencia de la crítica que la ha calificado de "irresistible tratado psicológico" a un polar a la Simenon que puede ser ampliamente superada por cualquier buen capítulo de cualquier serie televisiva.
Precursor del movimiento de la Nouvelle Vague, lamentablemente,  Chabrol se ha quedado en el tiempo. En alguno de sus últimos films ha sabido destilar -aunque quizás demasiado reiterativamente como autoplagiándose en cada película- algunos dardos contra la burguesía francesa, pero en su último opus no le encuentra el ritmo a un policial en donde la incógnita se va diluyendo con personajes que no despiertan el mínimo interés.
Para tratar de que el espectador se mantenga atento, aparecen algunas impresiciones que si bien podrían  haber sido capitalizadas como enigmas a resolver, no hacen más que confundir y no terminar de delinear a los personajes.


Dépardieu pasea su panza mientras trata de dar ayuda a un enigmático hombre que aparece diciendo que ha matado a otro por amor a su(s) mujere(s) en su casa de vacaciones.
Evidentemente aburrido de esos días donde nada pasa con su mujer, Bellamy se contacta con él a fin de resolver el caso. A falta de vueltas de tuerca inteligentes, la trama se repliega sobre si misma con laberintos insostenibles y nutriéndola de "grandes casualidades" (el cadáver aparecido solo puede ser identificado por la dentura y justo ellos son amigos del dentista del lugar y cenan con él!, una de las mujeres de este personaje enigmático justamente también está ligada con otro de los personajes... y coincidencias del estilo que ningún guionista de Sony - Fox o cualquier otro canal se atrevería a volver a usarlas).

Evidentemente el mejor tributo a Chabrol sería revisar algo de su vasta filmografía que pueda mostrar todo su potencial, dejando un poco de lado la producción de este último tiempo y a "Bellamy" en particular.

Y asi como en su momento tanta crítica se enamoró del cine iraní así filmaran los planos de una estepa durante tres horas sin diálogos, o han hablado maravillas del cine independiente nacional (Lisandro Alonso, por ejemplo) sin que se entienda un ápice de lo que intenta decir la película, esta vez fue el enamoramiento por Chabrol de casi toda la crítica lo que volvió a tomarme por sorpresa cuando vi esta película.

Y bueno, eso me pasa por leer a los críticos, o lo que es peor, tomarme en serio todo lo que dicen....