de Alejandra Marino
con Mimi Ardu, Enrique Liporace, Norma Pons, Victoria Carreras, Maria Laura Cali y Norma Argentina
En su primer protagónico para el cine nacional, Mimi Ardú demuestra una vez más su capacidad como actriz, sosteniendo firmemente las distintas situaciones planteadas en "Franzie". Ella es una docente solitaria que al intentar anotarse en un curso va a cruzar accidentalmente su camino con el de Emanuel (Enrique Liporace), un escritor maduro que acaba de perder su trabajo en una pequeña editorial, como corrector de libros de autoayuda.
Apenas se conocen, Franzie cree haber encontrado a la persona indicada y se anima a hacerle una propuesta inusual, rara, que al principio a él le provocará cierto enojo y rechazo, pero que luego aceptará para poder sostener a su familia: ella le pagará a Emanuel a cambio de sus servicios como compañía.
Esta relación que debiese ser meramente "laboral" va a ir modificándose y creciendo cuando Emanuel empiece a conocer ciertos datos de la vida de Franzie, entre ellos: una dificil relación con su hermana y con su madre -internada hace mucho tiempo en un psaiquiátrico, debiendo cargar ella con la culpa de haber tomado la decisión-, un amor que no pudo ser y que Franzie todavía añora y sonaría recuperar ...
y fundamentalmente un dato que estalla en el medio de una fiesta familiar: Franzie está muy enferma y es probable que le quede poco tiempo de vida.
Alejandra Marino como directora, le pone un toque particulamente femenino a las situaciones que atraviesa la historia sin mayores subrayados y dejando fluir a los personajes y que se vayan develando los diferentes aspectos de la protagonista, constituyéndose la actuación de Mimi Ardú en el pilar fundamental en el que gira la película. Y Ardú sencillamente logra ir ganando terreno y creciendo a medida que se desarrolla su historia.
Quizás el punto menos logrado y con mayores dificultades es el guión de Fernando Andrés Saad que propone algunas resoluciones inverosímiles -quizás la más insostenible sea una que involucra el personaje de la madre de Franzie en su necesidad de salir del psiquiátrico y sus derivaciones- o cuando pone en boca de los protagonistas algunos diálogos que son difíciles de creer, que suenan poco naturales.
Estos altibajos del guión, sin embargo, son subsanados con creces por un trio de actores que dan carnadura a sus personajes, aún con los problemas de guión apuntados, Mimi Ardú, Norma Pons (nuevamente logrando un papel dramático, profundo, en el rol de la madre) y Enrique Liporace (con una composición sincera y transparente, aún con algunas situaciones en donde no encuentra el tono acertado como en la escena del baile en la fiesta de egresados).
Estos altibajos del guión, sin embargo, son subsanados con creces por un trio de actores que dan carnadura a sus personajes, aún con los problemas de guión apuntados, Mimi Ardú, Norma Pons (nuevamente logrando un papel dramático, profundo, en el rol de la madre) y Enrique Liporace (con una composición sincera y transparente, aún con algunas situaciones en donde no encuentra el tono acertado como en la escena del baile en la fiesta de egresados).
Aún con estos puntos a tener en cuenta, Marino conduce un elenco homogéneo (con buenas actuaciones de reparto de Victoria Carreras y Maria Laura Cali como la hermana de Franzie) y gracias a su claridad en la dirección logra, sobre todo en los tramos finales, dejar ciertas líneas sugeridas, contando con el valor potente de las imágenes antes que dar paso a las palabras.
1 comentario:
Disculpe. Es raro en la crítica encontrar que se sabe tanto del guión, cuando es sabido que desde que comienza una producción, merced a los buenos y malos factores, ese guión desaparece. Y sólo existe La Película.
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