domingo, 28 de diciembre de 2014

Paris, Tandoori, Masala

"Un viaje de diez metros"
de Lasse Hallström
Con Helen Mirren, Om Puri, Manish Dayal, Charlotte Le Bon y la participación de Michel Blanc




En más de una ocasión el cine remite a los placeres culinarios. Nadie podrá olvidar la romántica cena a la luz de las velas, con canzonetta italiana mediante, donde dos enamorados comparten albóndigas y spaghettis en “La dama y el Vagabundo”, o de los humeantes fideos en marmitas que la protagonista de “Con ánimo de Amar” (“In the mood for love” de Wong Kar-Wai) prepara antes de visitar a su amante.
Sin dudas, una película emblemática es “La fiesta de Babette” el film dinamarqués ganador del Oscar o la mexicana “Como agua para chocolate” del mexicano Alfonso Arau que traslada a la pantalla una hermosa novela de Laura Esquivel.
Oriente nos regala “El aroma de la papaya verde” donde se mezclan platos, recetas y sabores diferentes, con el exótico marco de Vietnam y Saigón y “Comer, beber, Amar” donde nos cuenta la historia de un viejo chef de Taipei, viudo y con tres hijas, completamente diferentes entre sí. Y desde Alemania llegan, “El sabor del Eden” siguiendo la historia de Edén, una mujer casada y con una hija discapacitada que cae rendida frente a los escritos de cocina erótica de un excéntrico chef que la ayudará a hacer florecer el erotismo en su matrimonio y  “Bella Martha”, la historia de una jefa de cocina de un restaurant francés, apasionada por su trabajo,  que verá cambiar totalmente su vida cuando tenga que hacerse cargo de su pequeña sobrina y sobre todo, cuando aparezca un cocinero italiano que trate de ganar su corazón.
¿Para qué tantos títulos? Porque al que le guste esta amalgama de cine y cocina, tiene en cualquiera de ellos exponentes interesantes de explorar cada uno en su género (desde la comedia al drama costumbrista) que superan quizás al estreno de esta semana.
"Un viaje de diez metros" vuelve a remitir a ese mundo entre ollas, perfumes, sabores, sartenes y delantales y está dirigida por Lasse Hallström quien es el mismo director de "Chocolate" otro famoso film donde interviene la cocina y en el que Juliette Binoche aparecía con su hija en un pequeño pueblito francés alterando la temperatura de todo el vecindario cuando produce sus chocolates siguiendo una antigua receta maya.
En el mismo sentido y con la una receta con demasiados puntos de contacto con la anterior (aldea deliciosa, personajes adorables, fotografía impecable) Hallström se encarga de llevar a la pantalla el best-seller de Richard C. Morais y ya desde los primeros minutos uno sabe perfectamente cuál es el camino por el que nos va a conducir: un camino conocido, sin demasiadas sorpresas -ni las pretendemos tampoco en un producto de este estilo-, pero que es sumamente agradable de recorrer. Sobre todo porque tiene la mixtura perfecta de un paisaje soñado, una familia hindú simpática y entrañable como protagonista, los aromas de la cocina de autor y la búsqueda de la excelencia en cada plata ... y como si todo esto fuese poco, se complementa con toques de comedia romántica que es la cereza de la torta.
Con un marco de París que hasta por momentos nos hace recordar a  “Ratatouille” de Pixar con esa torre Eiffel iluminada como ícono de la Ciudad Luz, "Un viaje de diez metros" no pretende preocuparse más allá de mostrar esta especie de fábula, un cuento sobre la realización personal y el desarrollo de un talento, un don, un sueño. Esta línea argumental servirá, por momentos, para pintar con algunas pinceladas -con un trazo un poco grueso en algunos casos- una historia sobre mandatos familiares (acentuadamente paternos en este caso); polos opuestos que se atraen (esta familia hindú abre su restaurant justo frente al que regentea Helen Mirren que quiere obtener a toda costa su segunda estrella Michelin y que es donde se reúne la crème de la crème de la región) y sobre seguir y escuchar los impulsos del corazón.

Teniendo en cuenta que el primer film que se conoció de Hallström en nuestro país fue el nominado al Oscar "El año del arco iris / Mi vida como perro" al que luego se sumaron "A quién ama Gilbert Grape?" y "Las reglas de la vida" con Michael Caine, Charlize Theron y Tobey Maguire, claramente "Un viaje de diez metros" entra en el pelotón de sus últimas realizaciones como "Querido John", "Un amor imposible" con Emily Blunt e Ewan Mc Gregor o "Siempre a tu lado" con Richard Gere más simpatizando con la factoría hollywoodense que con el cine de autor.
Lejos, muy lejos de sus películas iniciales, Hallström se acomoda en la receta presideñada para construir un "crowd pleaser", esas películas que le gustan a todo el mundo y van tan pero tan bien con la hora del té.
Cuenta, en este caso, con un elenco sólido, sobre todo en los secundarios tan pintorescos pero cada vez que aparece Helen Mirren, inunda la pantalla de su glamour, su charme de actriz de clase, construyendo un papel que le calza como un guante, bien a su medida y se nota que lo disfruta al máximo y con el respaldo de la producción de Steven Spielberg y Oprah Winfrey.
Aún con la previsibilidad del guión y una duración un tanto abusiva para un "cuento de hadas" moderno -dura un poquito más de dos horas- "Un viaje de diez metros" combina a la perfección la buena comida -las esencias y especias hindúes y la hâute cuisine francesa- un escenario delicioso y soñado y el marco de París que la engalana y nos hace querer estar ahí aunque sea por el ratito que dura la película. 


De esas para ver con una sonrisa y pasar un momento agradable. No pidamos mucho más que eso...

sábado, 23 de agosto de 2014

Cuatro estrofas

"A Late Quartet" / "El último concierto"
de Yaron Zilberman
con Philip Seymour Hoffman, Christopher Walken, Catherine Keener, Mark Ivanir e Imogen Potts

Uno ha visto cine. Mucho cine y desde hace mucho tiempo.
Pero justamente ahí está la seducción y el desafío ante el inicio de cada nueva película.
Muchas veces uno sabe que va a poder disfrutar de una película ya sea por el fanatismo por su director,  o por su guionista o porque lo seduce el elenco. Pero así todo jamás está asegurado que el film cumpla con las expectativas que uno le había puesto.
Por el contrario, algunas veces, no muchas veces, aparece una película pequeña, sin ruido y sin ningún aparataje comercial detrás que deja un sabor extremadamente delicioso. El de haber visto una pequeña obra de arte.

Asi me paso con la francesa "Amigos Intocables", la mejicana "Cinco dias con Nora" o la sueca "Estocolmo Este" sólo para mencionar algunos ejemplos relativamente recientes y que me vienen a la cabeza.
Tal es el caso también de "A Late Quartet" una película pequeña, de cámara, casi una obra teatral por los pocos personajes, el formato de los diálogos y los vínculos profundos que se entretejen entre ellos.

Un cuarteto de cuerdas, cuyos músicos se conocen hace ya 25 años se ve profundamente desestabilizado cuando uno de ellos da la noticia de que una enfermedad, con un resultado inicierto. Y es altamente probable que una vez que inicie el tratamiento, ésto lo haga retirarse definitivamente del mundo de la música.

Este es sólo el pequeño puntapié inicial, que irá produciendo un tremendo efecto dominó en cada uno de los miembros restantes, no sólo en lo que compete a su tarea dentro del grupo musical sino más aún en sus  terrenos personales.

Quien anuncia la enfermedad es Peter (Christopher Walken) lidiando con el fantasma de una viudez reciente que todavía lo invade.
Robert y Juliette (brillantes Philip Seymour Hoffman -en uno de sus últimos trabajos para la pantalla grande- y Catherine Keener) se han conocido en este mismo cuarteto y llevan varios de matrimonio y una hija en común Alexandra, que decide tomar clases de violín con el cuarto integrante, Daniel (Mark Ivanir), un músico dotado y primer violín del grupo.

Yaron Zilberman debuta en la ficción como director y es también guionista de "A Late Quartet" y realmente sorprende por la sinceridad y la precisión con la que plantea las diversas situaciones de la historia y cómo lograr plasmarlas en los diálogos.
Obviamente que todo lo que sucede  ya ha sido visto de alguna manera en otras oportunidades: duelo de egos dentro del grupo, crisis de pareja, relaciones conflictivas de padres con hijos, amores del pasado, amores actuales, engaños... muchos de estos conflictos empiezan a salir a la luz a partir de ese pequeño gran movimiento que hace uno de los miembros del grupo donde ineludiblemente empiezan a movilizarse todos los demás..
Con esta especie de catarsis grupal, algunos sentimientos escondidos, viejos resentimientos y conflictos actuales van saliendo a la luz, quebrando, fracturando, dividiendo al grupo y perdiendo ese orden y ese equilibrio que habían logrado mantener durante tanto tiempo.

El hilo conductor es el concierto-despedida que están preparando, en donde tocarán la famosa pieza de Beethoven para cuarteto de cuerdas No. 14, opus 131, pieza que justamente a pedido del autor debe tocarse sin pausas, ininterrumpidamente y por lo tanto requiere de un cierto dominio y de una precisión única.
Pareciera que inspirado justamente en esta consigna, Zilberman encadena los distintos conflictos de cada uno de los miembros sin dar pausa, con una intensidad dramática que va creciendo conjuntamente acon el avance del film.

No hay mucho nuevo bajo el sol en los conflictos que pretende desarrollar pero si hay una mirada honesta, diálogos sinceros, simples, sin declamaciones, sin artificios pseudo-intelectuales donde los protagonistas quedan obligados a decir cosas inteligentes. Por el contrario, gana mucho más con los sentimientos expuestos a flor de piel y con una sincronía enviadiable entre los intérpretes.

La pareja que conforman Catherine Keener y Phillip Seymour Hoffman tienen en sus momentos de crisis, los mejores diálogos y las mejores situaciones del film, que les permiten un lucimiento individual que potencian más aún cuando aparecen los dos conjugándose en la pantalla.
Demuestran una vez más que son dos actores enormes y pasan por diferentes estados de ánimo con una ductilidad y una precisión, que mejoran aún más a lo planteado por el  guión.
Christopher Walken dota a Peter de toda la sabiduría del miembro más anciano del grupo y que puede tomar una cierta distancia a todos los conflictos que comienzan a aparecer a partir de su noticia.
Otra sorpresa del film es Mark Ivanir, un rostro desconocido en la cartelera porteña pero que completa el cuarteto estando completamente a la altura de sus compañeros de elenco. Será el maestro  de Alexandra (Imogen Poots de "Noche de miedo" y "Jane Eyre") y sentirá por ella una cierta atraccion, abriéndose otra de las bifurcaciones de la historia con sus consecuencias y derivaciones.


Una pequeña historia narrada con mucha sensibilidad, con un excelente elenco y un guión sutil pero por sobre todas las cosas sencillo y sin pretenciones. De esas pequeñas obras que aparecen cada tanto y nos dejan el gusto de haber saboreado un rato de buen cine.
Super recomendable.