"La vida de los peces"
de Matias Bizecon Santiago Cabrera, Blanca Lewin, Antonia Zegers y Matias Jara
Cuando uno cree que ha visto todo, aparece una película que logra sorprender, tanto por su sencillez como por su calidez. Y el cine latinoamericano tiene esas sorpresas como ya nos ha pasado con la brillante mexicana "Cinco días sin Nora" (Link para leer la nota completa), la chilena "La Nana" (Link para leer la nota completa), o la uruguaya "Gigante" (Link para leer la nota completa) todos excelentes exponentes de que se puede hacer un muy buen cine con muy pocos recursos de presupuesto pero con muchísimo talento
Es ahora el turno de la chilena "La vida de los peces" donde el director Matías Bize nos contar´´a una historia intimista, una anécdota pequeña, pero transmitiendo los sentimientos precisos a cada momento.
Andrés (Santiago Cabrera) vive en Alemania desde hace 10 años y trabaja como periodista para una revista de viajes. Evidentemente, viajar y no tener un punto fijo, ha sido lo suyo durante este último tiempo.
Un poco a la deriva de acuerdo a como vaya la corriente, ahora decide regresar a Chile para ultimar algunos trámites y es evidente que aunque no haya sido su objetivo -al menos concientemente- se reencontrará con algunos retazos de su pasado, con heridas que aún no se han cerrado y con un gran tema amoroso que ha quedado pendiente.
Como en una especie de via-crucis personal, todo sucederá casi en tiempo real y Andrés, durante una fiesta de cumpleaños, va atravesando diferentes "estaciones", entablando pequeños diálogos y recuperando lazos y recuerdos con cada uno de los personajes que tienen relación con estos elementos del pasado que ha dejado entre paréntesis.
Al partir hacia Alemania su vínculo con Beatriz (interpretada por Blanca Lewin), su gran amor, ha quedado suspendido, sin solución. Ella, por su parte, y transcurrido un tiempo prudencial, ha logrado rehacer su vida en Chile, pero es innegable que todavía existe una fuerte atracción por parte de ambos.
La puesta que elige el director -aunque algo teatral- es exquisita. Tiene un delicado tratamiento de la fotografía, la música incidental bastante infrecuente en el cine latinoamericano. Y lo interesante es la presentación de cada uno de los encuentros, tomando el tiempo necesario para ir respirando el aire interior de Andrés.
Finalmente, para cuando lleguemos al encuentro verdaderamente importante, el diálogo final donde Beatriz y Andrés deban decidir que pasará de ahora en más con su historia -aunque ya hubo un acercamiento previo que nos va introduciendo en algunos elementos de lo que pasó con sus vidas-, el director Matías Bize ya ha logrado impregnar la atmósfera de una sutil melancolía y de ese particular perfume de "Qué hubiese sido de nuestras vidas si....?".
El guión junto al director, acompañan a su personaje principal con mucha comprensión, dándole el tiempo que necesita para acomodar sus sentimientos y sus sensaciones. Logra, de todas formas, empaparlo de incertidumbre, de dudas, de todos esos pedazos esparcidos que le cuesta recomponer.
Quizás haya algo en Santiago Cabrera que no convenza completamente para algunas tribulaciones que presenta Andrés. Hay determinados momentos en que parece que no se ha conectado totalmente con el alma de su personaje, siendo sin embargo convicente en la mayoría de las escenas y sobre todo gana mucha fuerza en los tramos finales que son los más importantes.
Blanca Lewin tiene toda la delicadeza, la dulzura que necesita Beatriz transmitiendo esa melancolía del amor perdido en cada una de sus miradas. Su composición es la que ha logrado más matices, la más completa y la que más llega al espectador.
Con su planificada sencillez "La vida de los peces" demuestra una vez más que no hacen falta efectos especiales, grandes presupuestos o guiones complejos para contar una historia. Hace falta sensibilidad, buen gusto y la utilización inteligente de los recursos cinematográficos.
Altamente recomendable, un cine tan ajeno a nuestras pantallas, pero tan cercano a nuestra historia.
Andrés (Santiago Cabrera) vive en Alemania desde hace 10 años y trabaja como periodista para una revista de viajes. Evidentemente, viajar y no tener un punto fijo, ha sido lo suyo durante este último tiempo.
Un poco a la deriva de acuerdo a como vaya la corriente, ahora decide regresar a Chile para ultimar algunos trámites y es evidente que aunque no haya sido su objetivo -al menos concientemente- se reencontrará con algunos retazos de su pasado, con heridas que aún no se han cerrado y con un gran tema amoroso que ha quedado pendiente.
Como en una especie de via-crucis personal, todo sucederá casi en tiempo real y Andrés, durante una fiesta de cumpleaños, va atravesando diferentes "estaciones", entablando pequeños diálogos y recuperando lazos y recuerdos con cada uno de los personajes que tienen relación con estos elementos del pasado que ha dejado entre paréntesis.
Al partir hacia Alemania su vínculo con Beatriz (interpretada por Blanca Lewin), su gran amor, ha quedado suspendido, sin solución. Ella, por su parte, y transcurrido un tiempo prudencial, ha logrado rehacer su vida en Chile, pero es innegable que todavía existe una fuerte atracción por parte de ambos.
La puesta que elige el director -aunque algo teatral- es exquisita. Tiene un delicado tratamiento de la fotografía, la música incidental bastante infrecuente en el cine latinoamericano. Y lo interesante es la presentación de cada uno de los encuentros, tomando el tiempo necesario para ir respirando el aire interior de Andrés.
Finalmente, para cuando lleguemos al encuentro verdaderamente importante, el diálogo final donde Beatriz y Andrés deban decidir que pasará de ahora en más con su historia -aunque ya hubo un acercamiento previo que nos va introduciendo en algunos elementos de lo que pasó con sus vidas-, el director Matías Bize ya ha logrado impregnar la atmósfera de una sutil melancolía y de ese particular perfume de "Qué hubiese sido de nuestras vidas si....?".
El guión junto al director, acompañan a su personaje principal con mucha comprensión, dándole el tiempo que necesita para acomodar sus sentimientos y sus sensaciones. Logra, de todas formas, empaparlo de incertidumbre, de dudas, de todos esos pedazos esparcidos que le cuesta recomponer.
Quizás haya algo en Santiago Cabrera que no convenza completamente para algunas tribulaciones que presenta Andrés. Hay determinados momentos en que parece que no se ha conectado totalmente con el alma de su personaje, siendo sin embargo convicente en la mayoría de las escenas y sobre todo gana mucha fuerza en los tramos finales que son los más importantes.
Blanca Lewin tiene toda la delicadeza, la dulzura que necesita Beatriz transmitiendo esa melancolía del amor perdido en cada una de sus miradas. Su composición es la que ha logrado más matices, la más completa y la que más llega al espectador.
Con su planificada sencillez "La vida de los peces" demuestra una vez más que no hacen falta efectos especiales, grandes presupuestos o guiones complejos para contar una historia. Hace falta sensibilidad, buen gusto y la utilización inteligente de los recursos cinematográficos.
Altamente recomendable, un cine tan ajeno a nuestras pantallas, pero tan cercano a nuestra historia.